Instantánea tomada por el fotógrado Mikamatto, perteneciente a su reportaje titulado «Madness».
En el presente artículo se va a llevar a cabo un listado de las alteraciones y trastornos del pensamiento según su contenido. Es importante remarcar que esto no es una guía diagnóstica, solo una exposición y enumeración de este tipo de alteraciones.
Posiblemente, uno de los puntos más interesantes de este artículo sea permitir a las personas que no están muy relacionadas con el mundo de la psicología (y en especial de la psicopatología) un mayor conocimiento sobre estos trastornos, intentando desmentir una gran cantidad de creencias y usos incorrectos de los términos psicopatológicos. Al mismo tiempo, este, también puede ser un buen artículo para los estudiosos de la materia, permitiendo un acceso rápido y simplificado de algunos conceptos, que tal vez creen confusión.
De todos modos, para un estudio más pormenorizado de los contenidos aquí presentados, se recomienda el Manual de Psicopatología, Volumen I y Volumen II; Edición Revisada; de Amparo Belloch, Bonifacio Sandín y Francisco Ramos.
Foto tomada por la artista y fotógrafa canadiense Jill Greenberg. Obra perteneciente a la serie End Times.
Una serie de recientes investigaciones revelan que las alteraciones neurobiológicas como consecuencia de abusos infantiles, no solo aumentan la posibilidad de padecer trastornos mentales en la adultez sino que también aumentan las posibilidades de padecer trastornos orgánicos futuros, así como alteraciones conductuales.
Los abusos y abandonos infantiles son posibles acontecimientos traumáticos para cualquier niño, y son mucho más frecuentes de lo que se piensa. Según el centro de Salud Mental Infantil del Colegio Universitario de Londres1, cada año entre el 4 y el 16 por ciento de los niños de los países occidentales industrializados sufren malos tratos corporales y 1 de cada 10 sufre abandono o sobrecargas psíquicas extremas.
En lo que respecta a los abusos sexuales, entre el 5 y el 10 por ciento de las niñas y el 5 por ciento de los niños, lo han sufrido alguna vez a lo largo de su infancia.
Como no podía ser de otra forma, no se puede exponer un artículo sobre algunos resultados obtenidos por parte de la Psicología Positiva, si no se sabe qué es la Psicología Positiva.
Dada la dificultad para definir esta corriente de la Psicología (como ocurre con todas), vamos a conceptualizarla centrándonos más en sus objetivos, lo cual puede ayudar:
“La psicología positiva propone un cambio de visión frente a las enfermedades, buscando la felicidad e incrementando las emociones positivas. De esta manera, se busca educar al paciente con el objetivo de hacer este cambio permanente, transformando el estilo cognitivo de las personas y de este modo, disminuir las probabilidades de recaídas, las cuales son frecuentes en este trastorno” (Vera, 2006).
Justamente, esto que se acaba de comentar es uno de los puntos fuertes y más distinguibles de la Psicología Positiva: centrarse en las cualidades positivas de las personas y pacientes dejando a un lado la clásica visión psicopatológica de la Psicología, cuyo eje de acción se basa en el estudio y el tratamiento de las cualidades negativas.
Descripción ilustrativa de la situación de la que parte la Psicología Positiva.
[Este artículo es una colaboración por parte de la estudiante de Criminología y Derecho de la Universidad de Valencia Laura Ruá Casamayor]
Es probable que al pensar en un psicólogo relacionado con la Criminología lo primero que nos venga a la cabeza sea alguien que atrapa a un asesino obteniendo una sorprendente cantidad de información y precisión con muy pocos datos. Sin embargo, en la vida real, la figura del psicólogo en la Criminología y, especialmente en el ámbito penitenciario, es mucho más amplia.