Análisis de un Caso Literario de Autismo de Alto Funcionamiento

el-autismo-nene-con-cubos.jpg

En el presente informe realizado a partir de la lectura del libro El curioso incidente del perro a medianoche, escrito por Mark Haddon, se recoge el análisis hecho sobre su personaje principal, Christopher, desde una visión clínica de la psicología. Todo el informe cuenta con los extractos exactos de los elementos analizados en el libro, numerados acorde a la 15ª edición del libro, por la editorial Narrativa Salamandra®. Sigue leyendo

El tiempo que los físicos no pueden medir

Imagen

La desintegración de la persistencia del tiempo – Salvador Dalí

Todos escuchamos de forma cotidiana, frases como «Se me ha pasado el tiempo volando» o «Los minutos me parecieron horas» por lo que intuimos, que el transcurso del tiempo es algo subjetivo y variable. Este tipo de fenómenos, siempre me han llamado la atención, y voy a dedicar esta entrada a contestar a preguntas tales como: ¿Por qué suceden?, ¿De qué dependen?, ¿Tienen alguna finalidad para la supervivencia?

Primero debemos contestar a una pregunta más simple: ¿Qué es el tiempo? 

Pues bien San Agustín de Hipona contestaba a esta pregunta de la siguiente forma: «Si nadie me lo pregunta, lo sé; si quiero explicarlo a quien me lo pide, no lo sé.» Es decir, la dificultad de esta pregunta es colosal, y dependerá seguramente, del enfoque que se le dé (físico, psicológico, antropológico…). De todos modos, lo que sí podemos hacer, es clasificar los tipos de tiempo que vamos a tratar a continuación:

  • Tiempo social: Equivalente al tiempo del reloj, o al de un calendario.
  • Tiempo biológico: El de los ciclos fisiológicos (sean circadianos, ultradiano, infradiano)
  • Tiempo interno: Que incluye los mecanismos mentales que utilizamos para cuantificar el tiempo de uno o varios acontecimientos. (Este no debe confundirse con los procesos de memoria, como el de recordar cuanto tiempo duró un acontecimiento).

Entrando ya en materia, e intentando sintetizar la información, se han hecho numerosos estudios sobre la percepción del tiempo, y se puede considerar al médico inglés Hudson Hoagland como la primera persona que investigó estos procesos, el cual, «utilizó» en nombre de la ciencia, a su mujer, que padecía de fuertes subidas de temperatura corporal a causa de una gripe. Hoagland comenzó a medir la temperatura de su esposa, y lo comparaba con los resultados que esta obtenía en pruebas en las que debía hacer evaluaciones del tiempo. De este modo, se observó, como numerosos estudios corroboraron posteriormente, que cuando la temperatura del sujeto aumenta, también lo hace la estimación del tiempo, es decir, se piensa que ha pasado más tiempo del que objetivamente ha pasado.

Actualmente, existen tres experimentos típicos, para estudiar la percepción del tiempo en contextos de laboratorio:

  1. Experimentos de producción: El sujeto debe producir un sonido, pulsando un botón, que tenga una duración que previamente se le ha pedido.
  2. Experimentos de reproducción: Donde se debe repetir la duración de un sonido que acaba de escuchar.
  3. Experimentos de discriminación: En los que la persona ha de señalar, cuál de los dos estímulos (visuales, auditivos…) es el más largo.

 Los resultados obtenidos en el contexto de laboratorio, han sido claros: El ser humano tiene una alta capacidad para percibir la duración de los estímulos, pero a medida que aumenta la duración de estos, se hace más difícil y empiezan a ser necesarias, técnicas que se pueden perfeccionar, como contar mentalmente los segundos.

¿Qué parte del cerebro se encarga de contar y percibir el tiempo?

Hasta la fecha, todas las investigaciones indican que no hay una zona específica para percibir el tiempo, al contrario que sucede con otros sentidos como el de la vista u olfato que si cuentan con zonas bastante acotadas; aunque sí se piensa que la corteza prefrontal y el cuerpo estriado juegan un papel importante. Pero, como se está empezando a sospechar:

«Los investigadores, no obstante, han supuesto que el cerebro humano está dotado de un sistema que funciona como un reloj interno, el cual, consta de una base de tiempo que emite impulsos de forma regular, los tictacs de nuestro reloj interno. Al evaluar una duración, el cerebro cuenta el número de impulsos acumulados durante el paso del tiempo, cuanto mayor es el número de impulsos, más largo se juzga el periodo que transcurre.» – Cerebro y Mente, nº 51

Por otro lado, los resultados de los experimentos realizados con animales, han demostrado que estos, también son capaces de calcular el paso del tiempo: A un animal se le enseña que, accionando una palanca, se le entrega un trozo de carne, pero esto solo puede suceder cada X tiempo. Si el animal acciona la palanca, sin que haya transcurrido el tiempo estipulado, no se le entregará el trozo de comida. Después de pocos ensayos, el animal aprende a esperar a que pase el tiempo, pronosticando muy fielmente, cuando ha pasado el tiempo para poder obtener de nuevo la comida.

Hasta ahora todo claro, pero… ¿Qué pasa cuando estudiamos todo esto, en ambientes que no son neutros?

¿Cómo interfieren las emociones en la percepción del tiempo?

Para poder contestar a esta última pregunta, y entender cómo influye cualquier tipo de emoción, en la percepción del tiempo, debemos tener claro que las emociones, pueden aumentar o disminuir la cantidad de «tictacs» (oscilaciones corticales) de nuestro cerebro. Esto significa que nuestro reloj interno va más rápido, y por consiguiente, percibimos el mundo externo como más lento. Ahora explicaré las consecuencias de este proceso con ejemplos claros, para hacerlo más sencillo:

  • Una persona, que está en viviendo una situación de miedo o pánico, tendrá un reloj interno muy activado, por lo que percibirá el tiempo social (u objetivo) como que transcurre más despacio. O lo que es lo mismo, pensará que «los minutos son eternos». Por ejemplo, si a un aracnofóbico, se le deja en una habitación con arañas, sobrestimará el tiempo que ha permanecido dentro de dicha habitación.
  • Cuando otra persona necesita ayuda o está triste, nuestro reloj interno también se acelera, permitiéndonos así, reaccionar con más velocidad para socorrerla.
  • Las emociones positivas como alegría y felicidad, también producen una sobrestimación del tiempo objetivo, pero en menor medida que las emociones negativas.
  • Un individuo que padezca por ejemplo una depresión, tendrá un reloj interno ralentizado, de este modo, percibirá el tiempo objetivo como que transcurre con más velocidad y esto, puede además aumentar la sensación de que no se tiene control sobre la situación y contribuir al mantenimiento de la depresión1.

Cabe añadir en este punto, que la capacidad empática de una persona, le permite sincronizar su reloj interno con el de otros. De aquí se deduce, que las personas más empáticas son más susceptibles a cambios en el reloj interno ante estímulos externos, como expresión faciales de agresividad o enfado. Esto se ha investigado por ejemplo, con jóvenes que han permanecido mucho tiempo con personas mayores, los cuales, acaban por disminuir notablemente su reloj interno, para acabar igualándolo a la de la persona mayor.

Finalmente, ¿Cómo se explica todo esto a nivel evolutivo? ¿Tiene alguna función?

Agruparé las funciones de estos procesos, en dos clases:

  1. Función de empatía: El hecho de que seamos capaces de adaptar nuestro reloj interno a las personas que nos rodean, es un claro ejemplo de nuestra capacidad innata 2  para ayudar, socorrer y aproximarnos a los demás, permitiendo así, una mayor supervivencia de la especie.
  2.  Función adaptativa individual: Al percibir emociones negativas en otras personas (como la ira) nuestro reloj interno se acelera, y esto nos permite pensar y actuar más rápido, ya que percibimos el mundo exterior, a cámara lenta. Esto es sin duda, una gran ventaja a la hora de sobrevivir en situaciones difíciles. Son numerosos los casos de personas que explican, cómo ante una situación límite, su percepción se agudizó, el tiempo se ralentizó y esto les ayudó a sobrevivir.

Más adelante, escribiré una entrada, dedicada a explicar más profundamente las bases neurológicas y cómo es la percepción del tiempo en pacientes con trastornos mentales.

La mejor forma de hacer que el tiempo pase rápido, es olvidarlo. Y él se olvidará de ti.

Notas del autor:

Espero en un futuro, hacer un artículo más extenso sobre las características cognitivas de los pacientes con depresión, y cómo esto retroalimenta la enfermedad.

Uso este término y no otro, siendo consciente de todo lo que ello conlleva.

* ¿No estás de acuerdo con algo de lo expuesto? ¿Tienes dudas? ¿Quieres compartir algo no dudes en ponerte en contacto conmigo. @DanielTejedor [Twitter]; DanielTejedorPardo [WordPress]